martes, 13 de diciembre de 2011

Octubre.


A finales de Octubre, sí, un día 28, ella nunca se esperó que ese día fuese ahora mismo una fecha importante en su vida.
En ese día ocurrieron cosas que muchas personas piensan que no existen, o que no merece la pena perder el tiempo.
Y ella, por fin, se dio cuenta, que sí, que si existe y que merece la pena, y por supuesto se dio cuenta que no perdía el tiempo.
Después de ese día supo que él, esa persona que llegó a su vida, estaría ahí en los buenos y en los malos momentos, en los días de risas interminables y en los días en los que echar una lágrima no está de más.
Aprendió a valorar los pequeños detalles; y que sin quererlo esa persona le enseñaba nuevas cosas cada día.
Los viernes empezó a amarlos y los domingos los odia y los odiará toda su vida. No porque al día siguiente sea lunes y tenga que ir al colegio, sino porque le esperaran siempre largas despedidas.
Despedidas que si por ellos fueran durarían toda la vida, pero que irremediablemente sólo se pueden sobrepasar unos minutos.

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